Dr. José Ramón Alonso Peña
13 de diciembre de 2017
Dr. José Ramón Alonso Peña
El cerebro humano es plástico: genera cambios estructurales en respuesta a un ambiente novedoso, a actividades diferentes, a cambios en el estilo de vida. Una forma de vida más activa puede influir notablemente sobre la estructura cerebral y, de hecho, hay ya bastantes evidencias al respecto en la literatura científica. La actividad física tiene numerosos efectos beneficiosos sobre el organismo: reduce la presión sanguínea, ayuda a perder peso, influye sobre las sensaciones física y psicológica de bienestar, mejora el estado del sistema cardiovascular y aumenta la resistencia muscular. En relación con el sistema nervioso, reduce las probabilidades de sufrir de neurodegeneración y demencia, de enfermedad de Parkinson e ictus; reduce los efectos adversos de los problemas de riego vascular, acelera la recuperación de la capacidad mental tras una lesión o daño cerebral y ayuda a tratar la depresión.
En el mundo de la educación es importante tener en cuenta que el ejercicio físico tiene una correlación positiva con la memoria y el aprendizaje, con la atención, con las funciones ejecutivas, con el tiempo de reacción, con el lenguaje, con la velocidad de procesamiento de la información, con las habilidades motoras, con la capacidad verbal y visuoespacial y con los resultados académicos. La ponencia incide en la importancia de los estudios de neurociencia para un abordaje científico de la actividad física y la educación.
Plasticidad neuronal
Ejercicio y cerebro
Actividad física en el ambiente educativo
Sarcopenia y actividad física
Neurogénesis y actividad física
Trabajo de laboratorio. Conclusiones